por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation, y más recientemente su versión en español, Transformación Diaria, a los cuales puede suscribirse siguiendo los enlaces anteriores. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Los atletas talentosos de nuestro tiempo se han convertido en héroes. Mohammad Ali se proclamó como el mejor boxeador. Jim Brown se declara el mejor corredor de la historia del fútbol. Muchos consideran a Michael Jordan como el mejor jugador de baloncesto de su época. Michael Phelps es considerado el mejor nadador de todos los tiempos. Pero estas figuras del deporte acabarán en gran medida en el olvido. También palidecen en comparación con alguien que todavía es recordado como el individuo que el Señor consideraba uno de los más grandes de Sus siervos humanos.
Deuteronomio 34:10 (RV1960) rinde homenaje a Moisés al decir: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”. Pero, ¿qué hizo que Moisés fuera un hombre tan grande a los ojos de Dios? Hebreos 11:24-26 nos dice que como hombre de fe en Jehová, Moisés, “hecho ya grande” en la casa de Faraón, rechazó los “deleites temporales del pecado”. En cambio, decidió alinearse con el pueblo de Dios, la nación de Israel. Cuando el Señor llamó a Moisés para que fuera Su instrumento mediante el cual liberaría a Israel de la esclavitud de Egipto, Moisés se consideró indigno. Esto se debió principalmente a que “Moisés era muy manso [o humilde], más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Esta actitud de insuficiencia fue, en gran parte, lo que lo calificó para el servicio porque le ayudó a confiar en el Señor y le dio a Jehová toda la gloria. Como representante de Dios ante Israel, siempre que el Señor le instruía, constantemente llamaba “a los ancianos del pueblo, y… [exponía] en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado” (Éxodo 19:7). No rechazó la oportunidad de ser portavoz de Dios, ni añadió ni quitó a las palabras del Señor. Por lo tanto, Dios describió a Moisés como “… mi siervo… que es fiel en toda mi casa” (Números 12:7). De hecho, Moisés fue fiel, no solo por un tiempo, sino también durante décadas y en muchas circunstancias adversas. Finalmente, “… hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11). Moisés tenía una relación regular e íntima con el Señor.
Si bien hoy en día no debemos seguir la Ley de Moisés, debemos tratar de emular las cualidades que hicieron grande a Moisés. Que nos propongamos cultivar una humildad genuina, una interacción íntima con Dios en oración, la voluntad de servirle, el cuidado de Su Palabra y la fidelidad durante muchos años.
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