por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation, y más recientemente su versión en español, Transformación Diaria, a los cuales puede suscribirse siguiendo los enlaces anteriores. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Mientras crecía en la granja, teníamos un perro al que le encantaba perseguir conejos. Muchas veces lo vi correr con todas sus fuerzas detrás de un conejo que intentaba eludirlo. El conejo se movía de un lado a otro, cambiaba de dirección en un instante y, a veces, se metía profundamente en un agujero excavado en el campo. Sin inmutarse, nuestro perro cavó sin descanso hasta poder alcanzar su presa. No importa lo difícil que fuera, él estaba decidido a lograr su objetivo.
Las instrucciones de Pablo a Timoteo fueron tanto huir como seguir. Él escribió: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas [carnales], y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna…” (I Timoteo 6:11-12 - RV1960). Un hombre o una mujer de Dios, haciendo lo que debe hacer, huirá, como un conejo asustado, del “amor al dinero” (I Timoteo 6:10). Pablo le recordó a Timoteo que él no trajo nada a este mundo y que no se llevará nada material cuando muera. Mientras tenga alimento, vestido y la búsqueda de la piedad, debe estar contento (I Timoteo 6:6-9). Pero un hombre o una mujer de Dios también debe perseguir con ahínco varias cosas. Debemos buscar la “justicia” (I Timoteo 6:11). Esta palabra significa equidad de carácter o hacer lo correcto. “Piedad” se refiere a la devoción, a buscar ser santo o asemejarse a Dios en conducta. “Fe” significa persuasión, convicción o constancia de creencia. Deberíamos ser como un perro que persigue a un conejo al tratar de obtener estas cualidades como parte constante de nuestro carácter. Pero también necesitamos más. Debemos buscar un “amor” ágape, es decir, un afecto incondicional, por los demás. Pablo les dijo a los tesalonicenses que “Dios les enseñó a amarse unos a otros”, pero que debían buscar “abundar” en este amor y hacerlo “para con todos” (I Tesalonicenses 4:9; 3:12). Necesitamos “paciencia”, es decir, resistencia, en lugar de desmayar en nuestra seriedad acerca de vivir para el Señor. El siervo del Señor también necesita “mansedumbre”, que significa apacibilidad y humildad en todas las situaciones. Si tenemos estas cualidades, entonces podremos “pelear la buena batalla de la fe” (I Timoteo 6:12) viviendo verdaderamente para Cristo, y aferrarnos a la importancia de la vida eterna que se nos ha dado.
Perseguimos muchas cosas en la vida: diversión, pareja, ganancia monetaria, amistades, seguridad y más. Sin embargo, como hijos de Dios, debemos ser tan implacables como un perro, persiguiendo a un conejo en nuestra búsqueda de estas cualidades divinas.
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