Nuestras Experiencias Más Felices – II Juan 4

John Fredericksen|Por lo general, pensamos que las experiencias más felices de la vida son el día de nuestra boda, el nacimiento de un hijo o tal vez el día de nuestra jubilación.

por el pastor John Fredericksen

La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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Por lo general, pensamos que las experiencias más felices de la vida son el día de nuestra boda, el nacimiento de un hijo o tal vez el día de nuestra jubilación. Una de las ocasiones más felices para mi esposa y para mí ha sido regresar a las iglesias donde solíamos ministrar y encontrar a muchos de los santos todavía caminando fielmente con el Señor y sirviendo a Cristo. En particular, cuando regresamos después de dos décadas a nuestra primera iglesia, fue emocionante ver que algunos de los que condujimos a Cristo todavía funcionaban activamente como miembros productivos de Su Cuerpo. Nos regocijamos por ellos, pero también nos regocijamos de que nuestro ministerio no había sido en vano. Todavía estaba dando frutos.

El apóstol Juan expresó este mismo sentimiento cuando escribió: “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre” (II Juan 4 - RV1960). El estímulo de los santos fieles fue tan significativo para Juan, y tan importante para el Espíritu Santo inspirador, que este principio se menciona nuevamente con mayor claridad. En III Juan 4 leemos: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Juan no era el único que tenía un profundo interés en saber si aquellos a quienes se ministraba respondían y vivían lo que les habían enseñado los ministros dedicados de la Palabra de Dios. El profeta Isaías registró que él sabía que: “Jehová me llamó desde el vientre… y [Dios] me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré” (Isaías 49:1-3). Sin embargo, por desánimo, debido al extravío de quienes lo escuchaban, Isaías escribió: “Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios” (Isaías 49:4). No solo estaba desanimado por lo infructuoso que había sido su pueblo, sino que parece haber estado contemplando la posibilidad de abandonar el ministerio. Asimismo, el apóstol Pablo escribió diciendo: “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (Gálatas 4:11). También instó a los santos de Filipos a proclamar la Palabra de Dios, para saber “…que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:16).

Amados los que les ministran generalmente lo hacen con gran dedicación y muchas veces mediante un gran sacrificio. No te permitas desanimarlos. Hazles saber que aprecias su ministerio y anímalos siendo receptivo a sus enseñanzas.

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