por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Me contaron una historia sobre un joven de una familia acomodada. Le dijo a su padre que quería un coche nuevo en particular como regalo de graduación. Cuando llegó ese día, su padre le regaló una Biblia nueva. Enojado el hijo dijo cosas insultantes y le dijo a su padre que eso no era lo que quería, ni lo que pedía. Estaba tan enojado que no tuvo nada que ver con su padre durante años. Durante la lectura del testamento, se enteró de que el coche que había pedido lo había comprado antes de su graduación y estaba aparcado en el garaje de su padre. La llave estaba en la Biblia que le había dado. En su profundo arrepentimiento, deseó no haber hablado tan mal con su padre y haber mantenido esa relación.
El problema de decir cosas groseras es una parte constante de la naturaleza humana que existe en todas las dispensaciones. Santiago lo describe de esta manera: “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:8 - RV 1960). En verdad, a menudo hay poca diferencia en la forma en que hablan los creyentes y los incrédulos. ¡Pero debería haberla! Santiago se refirió al mal uso de nuestra lengua diciendo: “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres… De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3:9-10). Instintivamente, sabemos que debemos limpiar nuestro lenguaje después de la salvación por causa del testimonio y en gratitud por la vida eterna. Nuestra norma debe ser: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación…” (Efesios 4:29). Santiago agrega: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Santiago 1:26). La palabra “vana” significa vacía. Si nuestro lenguaje como creyente es corrupto, demuestra vacío en nuestro caminar con el Señor. Necesitamos buscar conscientemente la fuerza del Señor para controlar lo que decimos. Más allá de la gratitud al Señor, y por motivos de testimonio, otra motivación para mantener un habla sana es evitar problemas innecesarios. Pedro declaró: “Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (I Pedro 3:10).
Debemos todos permitimos que Dios hable a nuestros corazones sobre este asunto y oremos como lo hizo David: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová…” (Salmos 141:3).
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