por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Una vez, un anciano y pastor luchó con una facción dentro de una iglesia local por un tema doctrinal importante. Un creyente de fuera del estado, que se presentó como un líder, se insertó, avivando aún más la controversia. Cuando el anciano y pastor explicó su posición bíblica, este hombre dijo: “Sé que eso es lo que dicen las Escrituras, pero eso no es lo que la gente quiere. Hay que darle a la gente lo que quiere. Estoy del lado de ellos”.
Cuando los santos de Galacia estaban siendo arrastrados por un evangelio falso, pudo haber sido más fácil para el apóstol Pablo simplemente dejarse llevar. Pero, en cambio, el apóstol Pablo adoptó una postura firme contra este evangelio falso. No lo hizo porque simplemente estuviera siendo terco o difícil de tratar, o porque quisiera ejercer su poder como líder cristiano. Lo hizo basándose en dos principios fundamentales. Primero, cualquier mensaje del evangelio que proclame la salvación a través de algo que no sea la gracia pura, aparte de todas las obras humanas individuales, conduce al castigo eterno. Esto es tan importante que simplemente no hay lugar para errores o concesiones. De manera muy apropiada, Pablo denunció este error en los términos más enérgicos mientras instaba a los creyentes a permanecer con él. En segundo lugar, Pablo no transigiría en doctrinas clave, porque los verdaderos siervos de Dios no cooperan con el error. Su explicación fue: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10 - RV1960). Pablo advirtió que en los últimos días, previos al Rapto, muchos “no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (II Timoteo 4:3), quienes solo les dirán lo que quieren oír en lugar de lo que Dios quiere que abracen. Pero aquellos que hacen concesiones de esta manera no son verdaderos siervos de Dios. Pablo explicó que su norma era: “procuramos… serle agradables [al Señor Jesucristo]” (II Corintios 5:9). Se negó a adulterar la verdad bíblica para que fuese aceptada por el hombre. Si eso significaba que otros no lo aprobarían, él podría decir: “yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros… el que me juzga es el Señor” (I Corintios 4:3-4).
Querido creyente, no te quedes en las arenas movedizas de las opiniones populares actuales. Elige ser un verdadero siervo de Dios, que se mantiene firme en la verdad que se encuentra en la Palabra de Dios.
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