por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Tenemos amigos que tienen un hijo autista, a quien aman desde lo más profundo de su alma. Una vez que aceptó la realidad de su discapacidad, la madre dejó su lucrativo trabajo para quedarse en casa y trabajar con este hijo. Buscaron todas las vías imaginables para ayudar a su hijo: médicos, terapias y viajes a la capital del estado, para presionar por fondos para educación especial. La madre incluso se convirtió en maestra de su hijo en una escuela pública que ofrecía clases para personas con necesidades especiales. A todos los efectos prácticos, esta madre ha estado viviendo para este hijo con extraordinaria dedicación. Su hijo es su máxima prioridad.
La verdad es que todos vivimos para alguien o algo. Es posible que estemos viviendo principalmente para una pareja, hijos, trabajo, riqueza, estatus, reconocimiento o simplemente para complacernos a nosotros mismos. Si bien algunas de estas cosas son dignas de cierta dedicación, el Señor desea que sepamos que hay algo por lo cual debemos vivir con dedicación total y sin reservas. Usándose a sí mismo como ejemplo, el apóstol Pablo dijo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, considerando que si uno murió por todos, entonces todos estamos muertos [en delitos y pecados]; y que él murió por todos. Para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (II Corintios 5:14-15 - RV1960). Note que el Salvador no sólo murió para salvarnos a usted y a mí del castigo eterno, ni siquiera para que vivamos por toda la eternidad en el cielo. También murió para que pudiéramos elegir vivir “para aquel que murió” por nosotros. Después de la salvación, la voluntad de Dios para cada uno de nosotros es que vivamos para agradarle, servirle y promover su causa. Debemos estar completamente entregados a vivir para este llamado superior. La razón por la cual el apóstol Pablo tuvo tal impacto en tantas personas fue porque abrazó este llamado. Por eso dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
¿Cuál es tu máxima prioridad? O, dicho de otro modo, ¿para quién vives? Hoy tengamos una conversación familiar sobre este tema y, como familia, pongamos vivir para Cristo en la parte superior de nuestra lista de prioridades.
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