por Ricky Kurth
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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(De un mensaje dado en la 38ª conferencia bíblica anual de la Berean Bible Fellowship, 18 de junio de 2006)
Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia. (II Corintios 2:12,13 - RV1960)
Pablo habla aquí del serio efecto que tuvo en él, cuando fue privado de la comunión de su amigo Tito. Comienza con la palabra “además”1 porque la comunión también fue el tema del contexto anterior, aunque esto no es evidente. Comencemos retrocediendo para determinar para qué sirve este “además”.
Después de que Pablo aconsejó a los corintios que rompieran la comunión con el fornicario entre ellos en 1 Corintios 5, se alegró al escuchar que había seguido sus instrucciones. Sin embargo, ahora estaba consternado al saber que se estaban negando a restaurar el compañerismo con el hombre después de haberse arrepintido. Entonces Pablo les dice:
Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. (II Corintios 2:6,7)
La razón por la que Pablo los instó a readmitir al hombre en su asamblea fue porque sabía que el hombre necesitaba su compañerismo, y ellos necesitaban el suyo. Pablo sabía que el compañerismo es importante, y para mostrar a estos corintios cuán importante era, comienza nuestro texto diciendo, por así decirlo: “Además, incluso yo, Pablo necesito compañerismo”. Luego pasó a describir que “no tuve reposo”, sin la comunión de Tito. Así que comenzamos este mensaje con unas pocas palabras sobre la importancia de simplemente ir a la iglesia.
Los creyentes en la gracia saben que el apóstol Pablo nunca nos ordena ir a la iglesia. Incluso si crees que Pablo escribió Hebreos, la amonestación que leemos en Hebreos 10:25 no está en modo imperativo en el texto griego y, por lo tanto, no es un mandato. Pero aunque Pablo nunca nos ordena que vayamos a la iglesia, asume que querremos asistir a la iglesia con regularidad. Él dice en I Corintios 11:18:
Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia…
¿Ves cómo Pablo simplemente supone que incluso los corintios carnales se reunirían regularmente con otros santos para estudiar la Palabra de Dios, cantar sus alabanzas y tener comunión unos con otros? ¡Indudablemente, si incluso el gran apóstol Pablo necesitaba compañerismo, es seguro que nosotros también lo necesitamos!
Tal vez el lector esté pensando: “Pastor, usted no lo entiende. Mi iglesia está llena de personas difíciles, con quienes me resulta complicado llevarme bien”. ¡Razón de más para ir a la iglesia! ¡Nunca podremos aprender a demostrar la gracia de Dios en nuestras vidas sin personas difíciles con quienes ser amables! ¿Dónde mejor que la iglesia local para aprender a mostrar la misma misericordia, paciencia y gracia que Dios extiende a nosotros cuando lo entristecemos?
¿Y no son estos los mayores atributos de Dios? ¿No quieres oportunidades para mostrar la misericordia, la paciencia y la gracia de Dios en tu vida y, al hacerlo, testificar de lo que Él ha hecho en tu vida? A fin de cuentas, estos grandes atributos son en realidad los únicos atributos de Dios que podemos mostrar. Ninguno de nosotros puede mostrar la omnisciencia de Dios, Su omnipotencia o Su omnipresencia, pero todos podemos aprender a exhibir Su gracia. ¡Pero no sin personas difíciles con quiénes ser amable!
La ausencia de la comunión de Tito afectó tanto a Pablo, que no aprovechó una puerta abierta de oportunidad para predicar el Evangelio. Esta es la única vez que leemos que Pablo no pudo aprovechar una puerta abierta. ¿Por qué Dios permitiría esta mancha oscura en el historial intachable de Pablo si no fuera para enseñarnos la importancia del compañerismo? Tómate un tiempo para leer la conmovedora lista de cosas que Pablo soportó en el ministerio en II Corintios 11:23-33. Mientras lees cada elemento de este conmovedor registro, recuerda que los golpes que sufrió Pablo no le impidieron aprovechar puertas abiertas, las lapidaciones no se lo impidieron, los naufragios no lo detuvieron—NADA lo detuvo. Pero una simple falta de compañerismo lo detuvo en seco.
Y podría detener también a tu pastor. Por lo tanto, una de las maneras más sencillas en que puedes apoyar la enseñanza de la Palabra de Dios en tu área es simplemente ir a la iglesia. No querrás tener que explicar ante el Tribunal de Cristo cómo permitiste que la luz del evangelio fuera apagada en tu área porque tu pastor fue privado de tu compañerismo y apoyo.
Ahora, los estudiantes cuidadosos de las Escrituras podrían objetar que la verdadera razón del desánimo de Pablo fue su preocupación por la respuesta de los corintios a su primera carta a ellos, una epístola que contenía una dura reprensión. Así, cuando Tito no apareció con noticias de su reacción, fue esto lo que hizo que Pablo desaprovechara la puerta abierta. Estamos de acuerdo en que esto fue parte de la razón del desánimo de Pablo, ya que más adelante en esta epístola afirma:
Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.
Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito; y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más. (II Corintios 7:5-7)
Aquí no se puede negar que parte de la razón del malestar de Pablo se debió a su preocupación por la reacción de los corintios a su primera epístola, y la ausencia de noticias sobre esto, que esperaba que Tito trajera. Pero cuando Pablo dice que fue consolado “con la venida de Tito; y no sólo con su venida”, debemos concluir que fue afectado negativamente por ambas circunstancias, la ausencia de la comunión de Tito y el informe que Pablo esperaba que trajera.
Esto plantea otro punto muy práctico. Quizás Pablo habría aprovechado la puerta abierta, si no hubiera estado preocupado por la reacción de los corintios ante su reprensión. Obviamente, esta preocupación desvió a Pablo de promover el evangelio a través de esa puerta abierta. Teniendo esto en cuenta, nos corresponde comportarnos en la iglesia local de tal manera que nuestros pastores puedan entregarse al ministerio y no distraerse con preocupaciones sobre la desobediencia en la iglesia.
Antes de avanzar en nuestro texto, queremos compartir un pensamiento más sobre las “puertas abiertas”. Se dice que Dios nunca cierra una puerta sin abrir una ventana. Si bien esta no es una cita de las Escrituras, seguramente fue cierta en la vida del apóstol Pablo. Más tarde, Pablo fue encarcelado por el gobierno romano, pero cuando la puerta de la prisión se cerró sobre su libertad, se le abrió una ventana de oportunidad para compartir el evangelio con los miembros de la casa de César (Filipenses 4:22). Verás, Pablo fue encarcelado en una especie de “prisión de cuello blanco” ubicada justo en el “palacio” de César (Filipenses 1:13), dándole acceso a miembros de la familia real, algunos de los cuales habían llegado a conocer al Señor.
Si el lector se pregunta si Dios todavía está abriendo activamente tales puertas de oportunidades en nuestras vidas, debe tener en cuenta que Pablo habla de esto precisamente en Colosenses 4:2,3, una de las epístolas de la prisión, que fue escrita después del cierre del período de transición en el Libro de los Hechos. De hecho, en esta última epístola, pide oración para que Dios continue abriendo tales puertas, indicando que esta seguirá siendo la norma durante toda la dispensación de la Gracia. ¡Que seamos fieles para aprovechar las puertas abiertas en cada oportunidad!
A la luz del fracaso de Pablo en aprovechar una puerta abierta, es intrigante escucharlo hablar de triunfo en el siguiente versículo de nuestro texto:
Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. (II Corintios 2:14)
Si bien Pablo no había logrado aprovechar una puerta de oportunidad para servir al Señor, Dios aún pudo hacer que triunfara en Cristo, porque dondequiera que Pablo fue en lugar de aprovechar esa puerta abierta, fielmente manifestó el olor de su conocimiento.
Quizás el lector de esta página esté obsesionado por el recuerdo de una puerta abierta similar, que tampoco pudo aprovechar hace años. ¿Puedo decirles, por la autoridad de la Palabra de Dios, que no es necesario que su vida esté llena de arrepentimiento espiritual por esto? Dios puede hacer que tú también triunfes en Cristo si, como Pablo, tú también estás manifestando fielmente el olor de Su conocimiento dondequiera que la vida te lleve.
Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden (II Corintios 2:15)
A pesar del fracaso de Pablo, leemos que su vida todavía era un olor grato para Dios. Creemos que esto se debió al significado bíblico de la frase “olor dulce”. Esta frase se usa cuarenta y tres veces en las Escrituras y casi siempre se refiere al holocausto de un sacrificio animal. Note el primer uso significativo de esta frase en Génesis 8:20,21:
Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
Y percibió Jehová olor grato…
La razón por la que el holocausto era un olor grato para Dios era porque presagiaba el sacrificio de Cristo, que también se describe como un olor fragante:
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (Efesios 5:2)
Creemos que el sacrificio de Cristo mismo fue un holocausto. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios mostró que estaba complacido con la ofrenda que se le presentaba, respondiendo con fuego (Levítico 9:24; 1 Reyes 18:24,38; 1 Crónicas 21:26; II Crónicas 7:1). Y así fue que en el Calvario, invisible a los ojos humanos, el fuego de la ira de Dios cayó sobre nuestro Salvador, causándole “sed” (Juan 19:28), al igual que el rico en el infierno (Lucas 16:24), quien también estaba experimentando la ira de Dios. Por lo tanto, no puede haber duda de que Dios se agradó con el sacrificio de nuestro Señor, el holocausto supremo, y lo aceptó por fuego.
Pero hubo momentos en el pasado de Israel en los que Dios se negó a oler sus ofrendas encendidas. Por ejemplo, en Amós 5:21,22 leemos:
Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas.
Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados.
¿Por qué Dios se negaría a hacerlo? ¿Oler algo que le recordara el próximo sacrificio de Cristo? ¿Por qué aceptó el holocausto de Noé y rechazó los holocaustos de Israel en los días del profeta Amós? ¿Qué había cambiado? ¡Ah, la Ley había sido introducida! La Ley de Moisés era un sistema de bendición condicional, que estipulaba que cuando Israel fuera bueno, Dios los bendeciría, pero cuando fueran malos, los maldeciría (Levítico 26).
Sabemos que Israel era malo en los días de Amós, ya que Dios le habla a Israel de “vuestras solemnidades” y “vuestras asambleas”. Cuando Dios dio estas fiestas a Israel, las llamó “las fiestas de Jehová” (Levítico 23:2,4,37,44), pero cuando en la medida que se rebelaron contra Él, Dios quitó Su nombre de estas fiestas y despectivamente las llamó “vuestras fiestas”. Esto es similar a cómo al comienzo del ministerio terrenal del Señor, Él llamó al templo “la casa de mi Padre” (Juan 2:16), pero al final de Su ministerio lo llamó “vuestra casa” (Mateo 23:38) debido a su pecado y rebelión. Y así, dado que Israel estaba bajo la Ley, no es sorprendente leer que Dios se negaría a oler sus olorosos holocaustos en los días pecaminosos de Amós.
Pero ahora hagamos una comparación de todo esto, con cómo funcionan las cosas bajo la Gracia. Para esto, por supuesto, necesitaremos recurrir a las epístolas de Pablo, el apóstol de la gracia, y en particular a la epístola de Pablo a los Filipenses.
Los filipenses no estaban ofreciendo sacrificios animales, por supuesto, pero creemos que ellos son los macedonios que, según Pablo, dieron sacrificialmente a los santos pobres en Jerusalén (II Corintios 8:1-5; Romanos 15:26), y luego procedieron a dar sacrificialmente al apóstol Pablo:
Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. (Filipenses 4:18)
Aquí vemos que el sacrificio hecho por los filipenses era olor fragante a Dios, y era acepto a Él. Si los filipenses estuvieran bajo la Ley, tendríamos que concluir de esto que habían sido buenos, y que por eso Dios no rechazó su sacrificio, como lo hizo con los sacrificios de Israel en los días de Amós. Sin embargo, cuando examinamos la epístola a los Filipenses encontramos evidencia de lo contrario.
Creemos que Filipenses es una epístola de reprensión. Pablo nos dice que toda la Escritura es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir” (II Timoteo 3:16), y sus epístolas aparecen en nuestras Biblias en este mismo orden. Romanos es una epístola de doctrina, que establece la doctrina de nuestra salvación del pecado, y cómo debemos vivir, de tal manera que demostremos que estamos libres de pecado. Las epístolas a los corintios que siguen a Romanos son cartas de reprensión. La reprensión era lo que se necesitaba cuando los corintios carnales no vivían de acuerdo con la doctrina expuesta en Romanos. A continuación viene Gálatas, y es una carta de corrección. Corrección es lo que los gálatas necesitaban, ya que no estaban pensando claramente en la doctrina expuesta en Romanos. Con Efesios, el ciclo comienza de nuevo, ya que esta gran epístola expone la doctrina de la unidad del Cuerpo de Cristo.
Filipenses entonces era una carta de reprensión, escrita a personas que no actuaban de acuerdo con esta doctrina efesia de nuestra unidad en Cristo. ¿Qué evidencia tenemos de esto? En Filipenses 4:2, leemos:_
_Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.
Aquí tenemos la confirmación de qué dos de las damas de la iglesia de Filipos estaban teniendo una disputa, y a lo largo de la epístola vemos indicaciones de que la iglesia estaba dividida, algunas poniéndose del lado de Evodia, y otras de Síntique. El uso frecuente que hace Pablo de la palabra “todos” en esta epístola (Filipenses 1:1,4,7,8,25; 2:17; 4:23) muestra que se negó a tomar partido en esta disputa, si no que amó y oró por todos, y les rogó que vivieran como “uno” (Filipenses 1:27; 2:2).
Pero a la luz de esta discordia, ¿cómo podría Dios aceptar el sacrificio de este pueblo desobediente? ¿Qué había cambiado desde su negativa a aceptar el sacrificio de Israel bajo el profeta Amós? ¡Ah, la Gracia ya había sido introducida! La gracia es un sistema de aceptación incondicional, y Dios se complace en aceptar todos los sacrificios que se le hacen sin importar nuestra condición espiritual. Incluso hay un juego de palabras en el texto griego, ya que la palabra para “olor fragante” (Filipenses 4:18) es euodias. Evodia no debería haber sido fragante a Dios, debido a su desobediencia, ¡pero lo fue bajo la Gracia! Del mismo modo, el sacrificio de los Filipenses no debería haber sido fragante a Dios, ¡pero _lo fue bajo la Gracia!
Dicho esto, esta aceptación incondicional que Dios nos da bajo la Gracia nunca debe verse como una licencia para pecar. No se equivoque al respecto, el pecado contrista el corazón de un Dios santo (Efesios 4:30). Pero debería animar el corazón de cada creyente saber que cada sacrificio que hacemos por Él es aceptado por Él. Qué motivación vivir sacrificialmente por Aquel que se sacrificó por nosotros en el madero del Calvario.
Ahora llegamos a una parte muy aleccionadora de nuestro texto, porque Pablo nos ha dicho que somos olor fragante para Dios “en los que se salvan, y en los que se pierden” (II Corintios 2:15)
A éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida… (II Corintios 2:16)
Cuando manifestamos el olor de su conocimiento y alguien cree, somos, por supuesto, un olor grato para Dios. Pero cuando manifestamos el olor de su conocimiento y alguien no cree, también somos olor grato para Dios. Vemos esto ejemplificado en el testimonio de nuestro Señor a los dos ladrones con quienes murió. Uno creía en Él y el otro no, pero ¿quién puede negar que en ambos casos era olor grato para Dios? Hebreos 4:16 compara la Palabra de Dios con una “espada de dos filos”, un arma que corta en ambos sentidos. El mismo sol que hace que los cultivos crezcan también puede provocar incendios forestales destructivos, que pueden devastar el campo, pero Dios siempre está complacido con el sol. Y cuando presentamos fielmente al Hijo de Dios, Él siempre se complace con nuestro dulce olor, sin importar si el resultado es vida eterna o destrucción eterna.
Pablo cierra este pasaje con una pregunta inquietante:
… Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (II Corintios 2:16)
¿Quién es suficiente, es decir, a quién se le puede confiar estas cuestiones de la vida eterna y la muerte eterna? Obviamente, el Señor resultó suficiente para estas cosas mientras colgaba entre los ladrones. ¡Pero nosotros también somos suficientes para estas cosas, si fielmente hacemos manifiesto el olor de Su conocimiento!
Este escritor nunca quiso ser médico; nunca quise que la vida humana dependiera de mi capacidad para preservarla. Si el lector está pensando: “Pero pastor, usted se convirtió en ministro y la vida eterna de las personas depende de usted”, ¡piénselo de nuevo! Pablo dice del evangelio que “ES poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16). El destino eterno de los hombres depende del evangelio, no de nuestra capacidad para presentarlo. Todo lo que tenemos que hacer es proclamarlo y seremos “suficientes para estas cosas”.
Es decir, si no corrompemos la Palabra de dios. Pablo dice que él y sus colaboradores eran suficientes para estas cosas,
PUES no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo. (II Corintios 2:17)
¿Quién querría corromper la Palabra? Hombres sin escrúpulos que están más interesados en el triunfo personal que en permitir que Dios les haga “triunfar en Cristo”.
Todos recibimos correo basura, los cristianos reciben correo basura cristiano y los pastores reciben correo basura pastoral. Este escritor recibe mucho de esto último, y todo ello promueve formas de construir una iglesia más grande. Ninguna de estas formas implica jamás predicar el evangelio puro y sin adulterar de la gracia de Dios, ni enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida. Pero sólo en la medida en que seamos fieles en estas áreas seremos suficientes para que se nos confíen los problemas de la vida eterna.
En los años 60, los militantes que protestaban contra el gobierno se dieron cuenta de que las cámaras de los noticieros de televisión estaban transmitiendo sus reuniones de protesta al mundo, por lo que en un momento prorrumpieron en un canto que pronto se convirtió en su mantra: “¡El mundo entero está mirando!” Como cristianos, tenemos una audiencia mucho más importante y augusta, alguien que monitorea cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Como lo expreso Pablo: “delante de Dios, hablamos en Cristo”. Que las vidas que vivimos y el mensaje que proclamamos sean siempre dignos de Su más cercano escrutinio.
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