por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Cuando era joven, mis padres me contaban historias sobre Papá Noel, el Conejito de Pascua y el Ratoncito Pérez. Les creí implícitamente porque eran mis figuras de autoridad que creía que siempre actuarían con total honestidad e integridad. Recuerdo vívidamente sentirme devastado cuando supe que me habían mentido y, por alguna razón, habían traicionado mi confianza. Esta experiencia nos llevó a mi esposa y a mí a no repetir el mismo error. Después de todo, queríamos que nuestros hijos creyeran lo que les estábamos enseñando acerca de la salvación por medio del Señor Jesucristo, la confiabilidad de la Biblia y todo lo demás que les decíamos.
Mientras el apóstol Pablo estaba a bordo de un barco en camino a Roma como prisionero, se acercaba el invierno. Pablo recomendó que permanecieran en Creta hasta la primavera, pero el capitán y el centurión no le hicieron caso. Cuando una tormenta violenta y persistente amenazó toda la vida a bordo, un ángel se apareció a Pablo asegurándole que él y todos los que estaban a bordo se salvarían. De hecho, comparecería ante César en Roma. Con la fe de un niño, Pablo creyó todo lo que le dijo este mensajero de Dios. Luego anunció este acontecimiento a todos los que estaban a bordo, diciendo: “Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:25). El Señor siempre honra a quienes eligen creerle. En este caso, la influencia de Pablo aumentó: los pasajeros comieron como él sugirió, permanecieron en el barco cuando él les aconsejó que lo hicieran y el centurión tomó medidas para proteger a Pablo cuando el barco se rompió. También hay ejemplos destacados del Antiguo Testamento. Cuando a Abraham se le prometió un hijo y una gran cantidad de descendientes, “… creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). Daniel fue sacado del foso de los leones, “… y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios” (Daniel 6:23). Cuando Jonás predijo que Nínive sería violentamente destruida, “… los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno” (Jonás 3:5). Se volvieron al Señor con fe, y Jehová detuvo su caída.
Los creyentes de hoy también deben creerle a Dios. Necesitamos creer que Dios hará todas las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28), que en lugar de pecar, siempre podemos encontrar una manera de escapar del pecado (I Corintios 10:13), y que siempre somos aceptados por Dios en Cristo (Efesios 1:6). ¡Lo que sea que Dios diga, elige creerlo!
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